viernes, octubre 26, 2007

La soledad de Peter pan

Peter Pan nunca llegó a los treinta. Se salvó del desconcierto de ver a sus amigos y amigas dejarse seducir lentamente por la amnesia del tiempo, olvidar sus ilusiones, casarse, reproducirse, divorciarse, aspirar a un futuro mejor que el presente, engordar, encanecer o sufrir de calvicie. También escapó (salvo por Wendy), de lidiar con las complejidades de la pareja, de tener que escoger a alguien lo suficientemente adecuado, de la angustia de no encontrar a nadie de su especie, de los húmedos placeres y las resbalosos y escarpados abismos de la sexualidad, de soportar en silencio la incomprensión para no hacer daño, de las discusiones, de las reconciliaciones de los sabores y olores de su pareja. Se salvó de un trabajo, de tener que esforzarse por ser ser algo en vez de ser alguien, de hacer venias por ganar favores o de perder favores por no hacer venias, de formar un capital y ahorrar para el futuro, del éxito o del fracaso.

Peter Pan Nunca sufrió síndrome de Peter Pan.