miércoles, enero 24, 2007

Sobre las discusiones religiosas

Hubo un tiempo en el que dudar de la Biblia fue causal de morir en la hoguera; un milenio antes de eso, ser cristiano equivalía a ser carne de león. Actualmente por seguir la religión de Mahoma, muchos son considerados terroristas. La mayor parte de la humanidad, por tener una posición religiosa, es vista como ignorante, por otros que a su vez son llamados pecadores por carecer de ella.

Hace poco leí sobre una caricatura en la que se ve un camino que se bifurca; por un lado el camino conduce a Dios; por el otro lado el camino conduce a las discusiones sobre Dios. No importa cuanta información produzcamos, las preguntas más simples siguen sin respuesta. Nadie podría demostrar que el mundo se acaba de crear hace tan sólo un instante y aparecimos aquí con nuestros recuerdos y con la ley de la inercia funcionando como si nada, que somos hijos de Adán y Eva, o que en cambio, la humanidad es producto de una mutación genética realizada sobre chimpancés por seres alienígenas con forma de dinosaurio. Tampoco puede la ciencia demostrar la existencia ni inexistencia de Dios, y aún así sigue siendo sorprendente que cada quien se empeñe en convencer a los demás que tiene la razón.

Un día por fin concluí que lo importante no es en lo que creemos, si no la forma como creemos. Una fe sin fundamento es tan poco válida como un ateísmo sin él; hay tantas formas de entender el universo, como seres existen en él, y en realidad no hay caminos opuestos, sólo caminos que avanzan por senderos distintos al mismo sitio. Como instituciones humanas las religiones están plagadas de errores (incluyo la ciencia occidental, que es otra forma de concebir el Universo), y generalmente sólo muestran la visión de un conjunto de hombres; pero al final son sólo son antorchas que alumbran el paso de los viajeros. De nosotros depende abrirnos paso entre la jungla de conceptos y sensaciones para crear nuestra propia visión del universo, o seguir el camino trazado por otros, por las trochas abiertas entre los arbustos; lo que implica conservar los buenos ejemplos y desechar los malos; tal y como se me dijo cuando me reincorporé hace unos años al catolicismo tras una largo receso:

"El tonto ve el dedo que señala a las estrellas"

miércoles, enero 17, 2007

Sobre los finales felices para siempre

Incesantemente se repite la misma historia día tras día: Un príncipe conoce a una linda princesa, él no le es indiferente y deciden unir sus futuros por unos días, por unos meses, por toda la vida. Y tras compartir algún tiempo, el apuesto príncipe termina transformándose un ogro, y la delicada princesa en una bruja. Finalmente se ratifica lo dicho por el Hada Madrina en Shrek 2: "Los ogros no viven felices para siempre", y podría apostar que funciona igual para las brujas.

Me pregunto si acaso la felicidad de los romances Walt Disney ha de ser inevitablemente efímera, si no hay relación que no se agriete, ni princesa que no se embrujezca al menos un poco. Imagino que ha de haber un antídoto para evitar que me convierta en un ogro (de hecho, siempre he sido un ogro), sin que me transforme por tomarlo en un cretino sin libertad que ha dejado de lado media vida por una princesa que no lo valora o ni siquiera lo nota. Imagino que la pócima de "Felices para siempre" existe, pero sólo lo imagino, por que si todos los romances fuesen perfectos viviríamos "hasta que la muerte nos separe" con nuestra primera novia. Pero la experiencia no se aprende sin práctica, y muchas veces aún con ella. Incluso en una relación basada en la honestidad, hay quienes ceden mucho al principio, esperando que con el tiempo cuando haya mayor confianza, ya no haya que esforzarse innecesariamente, otros en cambio, exigen menos al principio, pero empiezan a necesitar cada vez más a medida que pasa el tiempo; hasta que las cargas empiezan a pesar en uno o ambos lados de la relación, y el peso impide disfrutar el idilio. Es entonces cuando hay que volver a renegociar las condiciones del convenio, y mientras aún quede algo de magia, existe la esperanza de reparar el huevo.

Por eso es tan importante saber que entrega cada quien en una relación, y que necesita uno del otro, aunque no me gustan las relaciones basadas en necesidad, pues muchas veces se busca en el otro cosas que se encuentran en uno mismo, como la compañía, la autoestima, el amor, o la aprobación; sin embargo los demás pueden ser un puente para encontrar dichas cosas en nuestro interior, sólo un puente, no la solución; es decir, el otro no nos completa, nos complementa. Prefiero las relaciones en las que no hay necesidad del otro, pues son las que más enriquecen. Por que cuando no se necesita y no hay egoísmo, lo único que se puede hacer es entregar y compartir, generando sinergia positiva. Así es que, mientras algunos describan una relación como lo hizo Arjona en una de sus canciones:
"Uno mas uno es uno si la suma somos tu y yo"

Yo opto por el punto de vista de Richard Bach, pese a que se divorció de su princesa:

"La suma de uno más uno, si son los seres adecuados, puede ser el infinito"