martes, noviembre 13, 2007

Sobre las busquedas instintivas

LOS pies me guiaron, por las calles brillantes de plata y dorado producto del romance entre las lámparas y la lluvia nocturna, hasta el bar London, rodeado de estruendos multifolclóricos, provenientes de los demás bares de la calle; muy a diferencia de ocho años antes cuando dicho bar se encontraba solitario en una esquina a unas calles de distancia.

El rock, la cerveza, los videos. A ninguno de ellos recurro por instinto y sin embargo, cuando se combinan siento un bienestar que no se encuentra en otros entornos, o en algunos lugares más que en otros, como Abbot y Costello o Ministry diez años atrás. Es el mismo bienestar que se siente al compartir junto a quien se estima una conversación absurda o interesante, una cerveza, una película, una conferencia, un proyecto, una idea, una comida, una confesión, etc. De releer un libro de hojas ajadas, de escuchar un CD o un ver DVD mareados de tanto girar, o un VHS con la cinta rayada. Es la sensación de encontrar el hogar, pero no un hogar permanente, si no uno transitorio; uno al que se puede acudir justo cuando se necesita de algo que compartir.

Muchas veces en el primer encuentro con algo o alguien, sentimos aquélla sensación que nos indica que aquello que hemos hallado nos acompañará el resto de nuestras vidas; es el bienestar de dejarse llevar por el instinto, convirtiendo a las personas, libros, peliculas, olores, colores o lugares en amigos, cuya ausencia no hace infeliz, pero cuya presencia nos hace más felices aún, es decir, se convierten en complemento de lo que somos, o mejor aún, nos complementamos, cuando estamos con ellos. Cuando el instinto guía nuestros pasos, siempre nos conduce al hogar.

jueves, noviembre 08, 2007

Evasión

Jueves al mediodía bajo el cielo de una ciudad azotada por el frío y la lluvia incesante; y aunque debiera estar en la oficina construyendo alguna fracción de un producto de software que se ha de asemejar a una obra de arte abstracta para el crítico conocedor, opto por permanecer en casa tratando en vano de finalizar un trabajo por encargo, que en cambio dista mucho de ser bello, pero que es un compromiso de palabra, lo que lo hace más importante que el dinero.



Así es como a pesar del frío y el tedio ejecuto Visual Studio, y en el instante en que aparecen las líneas de código en Visual basic, cambio rápidamente de aplicación, abro Messenger, miro quien está conectado, saludo un par de amigos, y comienzo a cerrar ventanas de turcos que creen que soy algún conocido; "juemadres turcos", es lo que siempre pienso. Vuelvo a Visual Studio, trato de recordar lo que iba a hacer, reviso un par de líneas. Es tan sencillo que cualquiera que estuviera entrenado podría hacerlo, pero una barrera mental me detiene y cambio la aplicación. Esta vez es Firefox, abro la página de YouTube y busco videos de Vanessa Mae. Creo que ya se de quien será el próximo CD que compre. Y mientras Vanessa toca su contradanza, descubro que es en vano trabajar hoy aquí, que mi voluntad no es suficiente para hacerme concentrar en el encargo, e instintivamente abro Blogger y empiezo a escribir esto. Ahora noto que está tarde y que debo ir a la oficina. Gracias al jefe allá no tengo Internet.