viernes, abril 28, 2006

Negación

El recuerdo recurrente del Bhagavad-Gita diciéndome que debo actuar sin esperar recompensa, se mezcla con las imágenes de las obras que a diario construyo en mi trabajo y que aparecen de forma anónima en el computador de los usuarios. El deseo por lograr una obra perfecta en el menor tiempo posible, un mezcla de arte e ingeniería que me proporcione felicidad después de verla terminada, es uno de los pilares de mi realidad laboral, donde sólo yo conozco mis obras y pese a que habrá decenas de ojos prestos a juzgarlas, nadie las entenderá como yo. Por que mis obras son concebidas por un motivo, por que son necesarias y útiles, por todo esto doy lo mejor de mí en mi trabajo.

Pero hay otros ámbitos donde no voy a dar lo mejor, o mejor, no quiero hacerlo. No deseo desperdiciar mi tiempo haciendo tareas repetitivas de poco valor. No deseo dejar de dormir, ni de compartir una cerveza, ni de ir a cine por obtener lo que otra persona llamaría excelencia. No deseo sacrificarme para que otro decida que merezco un podio en los anales de la gloria, pues mi libertad es una de mis mayores prioridades y si he de parecer mediocre por no ser un mártir, pues que así sea, por que cuando de verdad considero que la entrega vale la pena, me comprometo hasta el fin, no por cumplir un requisito, más si por hacer algo digno de ser construido, y sólo yo se cuanto he aprendido a conciencia del camino que mis pasos han dejado atrás.

Toda esta parafernalia para enfrentar una realidad que no puedo evadir: Debo hacer los trabajos de la universidad.

jueves, abril 20, 2006

Sobre el ejemplo de los héroes

Hubo un tiempo tan, pero tan lejano de nuestra época, que hasta las arenas han olvidado cuando cruzaron el cuello del reloj; fue el tiempo en que grandes héroes poblaron las tierras, desafiando al mal y obrando portentos dignos de hijos de dioses y hombres, y que habrían de recordarse aún en nuestros días. Héroes forjados en las duras dificultades de su tiempo y destinados a sufrir su destino, para bien o para mal suyo o nuestro, que dejaron innumerables historias para ser recordadas, imitadas o temidas, y que sirvieron de ejemplo a generaciones de tribus o a pequeñas civilizaciones para educar a los más jóvenes y así enseñarles el funcionamiento del mundo, o para inspirar a maestros y guerreros y poétas para seguir la senda del destino incierto, sin tropezar o desfallecer.

Había una vez unos héroes salidos de mil lugares, cuya misión era proteger el universo. Héroes dotados de superpoderes que solo podrían salir de la imaginación de los humanos, y que vivían con la lucha constante entre su identidad secreta y su disfraz de héroes, llevando en una mano el la responsabilidad de proteger cuanto existe, y en la otra la soledad inherente a su destino.

Hace un tiempo comenzaron a aparecer hombres y mujeres privilegiados por el destino para realizar actividades dignas de admiración. Desde seres venidos de otros planetas, con cuerpos poderosos y mentes sin igual, hasta hombres corrientes con valores intachables e integridad de acero. Dichos seres dejaron su imágen en nosotros cuando aún no distinguíamos lo real de lo irreal, y aún hoy, inconscientemente desearíamos ser como ellos.

Aún no se sabe si fue una tarde gris o una mañana lluviosa, quizá fue un día en el que el cielo se eclipsó, y una nube proveniente del norte hizo llover estiércol sobre el mundo entero. De repente los sueños desaparecieron; los antiguos héroes se desperdigaron como hojas por el viento y de su ejemplo sólo quedó el triste recuerdo de instantes violentos. La popularidad se volvió mas importante que la vida, y los nuevos ídolos tomaron el control del mundo, enseñándole a las nuevas generaciones a encarar el destino para convertirse en un ejemplo de vida.

jueves, abril 13, 2006

Razonando el Cristianismo

Años atrás escribí en uno de mis cuadernos de anotaciones que aún no estaba “lo suficientemente evolucionado” para comprender los misterios del cristianismo. Mi visión del universo entero se ha transformado un poco desde entonces, se ha enriquecido con experiencias y saberes, y he concretado muchas cosas con una certeza que ha tranquilizado a mi razón; sin embargo aún sigo sin comprender el Misterio Cristiano, quizá sea por que aún no tengo suficiente sabiduría para comprender lo que para otros es tan evidente, o quizá enfoco mi entendimiento en la dirección equivocada y lo razono en demasía.
Aunque el catolicismo y la ciencia son productos de nuestra civilización, occidente nos ha enseñado a ver como cierto solamente aquello que es coherente con la razón, aquellas vivencias que experimentemos y que no coincidan con el funcionamiento determinista del universo, desde el punto de vista científico son asociadas muchas veces a malas interpretaciones de la realidad o a patologías extrañas. Pero es en el mundo interior del hombre donde ocurren todas las experiencias espirituales, no fuera de él, que es el terreno de la ciencia, lo que quiere decir que no se puede llegar a Dios por la vía actual de la ciencia. Posiblemente yo sufra de una severa enfermedad mental, que distorsione mi sentido de la realidad, pero en mi corazón siento en ocasiones el vivo contacto con el universo que se manifiesta en forma de gozo debido al Amor que me inspira estar vivo, y si es una enfermedad la que sufro, deseo seguirla padeciendo mientras viva y me encantaría que todas las personas la padecieran, por que antes mi mundo era completamente racional y mi relación con Dios era hipotética, basada en datos, no en sensaciones; ahora son dichas sensaciones las que me han llenado de certeza. Aclaro que no estoy imponiendo una posición, ni desvirtuando al ateísmo, si hay alguna verdad, esa será la que proporcione la mayor paz a su “portador”, aunque preferiría que el divorcio entre lo espiritual y lo material no fuera tan latente en nuestra civilización.

A pesar de mi visión del universo, sigo sin ver a Jesús como lo ven los cristianos; creo en Jesús como un gran Maestro, cuya sabiduría es prueba más que suficiente para considerarlo un enviado de Dios; los dogmas cristianos como la virginidad de María, la asunción, la ascensión, los Milagros de Jesús, o incluso, su propia Resurrección, me parecen irrelevantes, por que ya ha pasado demasiado tiempo para verificar su veracidad, y aún de ser ciertos no los consideraría prueba de que él sea el Hijo de Dios. Sin embargo aveces en algún momento de lucidez imagino a Jesús como el Mesías, como el Enviado de Dios destinado a un propósito sagrado desde su concepción, e imagino a todo el Universo concentrando todo su amor en un Ser que adoptó forma humana, con la única finalidad de expiar los pecados de generaciones de humanos ingenuos e inconscientes, permitiéndoles tener un canal de acceso espiritual al Infinito, entregándose en sacrificio como una ofrenda de amor. Ese pensamiento nos convierte a todos en seres inmanentemente espirituales, nos ubica en un lugar privilegiado en el Universo, frente al cual, toda la realidad que vivimos, todas nuestras decisiones, deseos y bienes se vuelven innecesarios. Pienso en ello y no puedo evitar estremecerme. Es demasiado bello para ser cierto, demasiado perfecto para creerlo.

lunes, abril 10, 2006

Sobre los vidrios rotos

Cuando en un inmueble (normalmente una casa o bodega abandonada) se rompe un vidrio de una ventana, y no se restituye rápidamente, no tardarán en aparecer rotos los demás; es lo que alguien denominó, la "Parábola de la ventana rota", (en economía hay otra parábola con el mismo nombre, pero es distinta).


Si alguien se molestó en darle un nombre a la tendencia que tienen los sistemas de intervención humana a desorganizarse, vale la pena buscar en cuales aspectos de nuestra vida nos encontramos con ventanas rotas, ventanas por romperse ó ventanas con los primeros vidrios fragmentados. Pensé en ello esporádicamente por algunos días, y noté que el desorden de mi cuarto se genera así, sin que lo note hasta que estoy nadando en un oceano de papeles, libros y revistas que obstruyen mi movilidad. Basta con dejar la primera muestra de desorden para que se replique por generación expontanea, o como un virus.


Con los pensamientos ocurre igual. Podemos estar tranquilos hasta que ocurre un detonador, una circunstancia que rompe nuestro delicado equilibrio; puede ser positiva o negativa, pero los sentimientos negativos suelen ser los más intensos. Hace falta sólo un empujón al torbellino de la ira para que nuestro cerebro completo esté dando vueltas alredor de un tema estéril, consumiendo nuestro tiempo y energía, generando en los rincones escondidos de la memoria rencores inútiles. También la tristeza y la depresión absorben toda nuestra potencialidad distrayéndonos de nuestro presente e incluso privándonos de nuestro aprendizaje. No está mal estar triste, pero sí lo está estar triste y no poder disfrutarlo.

La moraleja de la parábola es que hay que detectar los vidrios en el momento en que se rompen, si no antes, lo cual no es fácil, por que implica estar pendientes de todas las ventanas, todo el tiempo; para ello se requiere entrenamiento, que generará disciplina, y algo aún más importante: consciencia.

martes, abril 04, 2006

About a Foreigner's Journal

Con el objetivo de practicar la escritura en inglés, paulatinamente, mientras el tiempo lo permita iré traduciendo algunos de éstos escritos en la versión en inglés de mi bitácora: "A Foreigner's Journal". Agradezco a Andrés por las revisiones y lo recomiendo como traductor, dibujante, encuadernador o profesor de inglés.

domingo, abril 02, 2006

Sensibilización

La súbita reaparición de una efímera gripa que me afectó hace una semana redujo mi actividad y me regaló una excusa para no atender mis obligaciones este fin de semana; pero hay algo peor que el dolor en los huesos y la deshidratación por la nariz: la excesiva sensibilización que me produce el sentirme enfermo. Esta sensibilidad, similar a la que siento cuando duermo menos de cuatro horas y conservo los pies fríos todo el día, pero amplificada, me impide ver noticias sin hacerme sollozar, me llena de nostalgia durante las escenas sentimentales de las películas, y me convierte en un caracol sin su concha. Me desarma por completo. Como siempre, aquello que más nos afecta es la inconsciencia del mundo, en todas sus facetas: la ignorancia, crueldad, la irresponsabilidad, la absurda sed de poder.

Justamente ayer estuve en una conferencia de la artista Maria Teresa Hincapié, en la que se mostró muy conmovida por la destrucción de la naturaleza y la extinción de las culturas indígenas, y aunque de corazón comparto su tristeza, hay que tener en cuenta que todo aquello que conocemos es sólo la punta del iceberg. En todo el mundo todo el tiempo pasan cosas mucho más terribles de lo que los noticieros presentan, y si pienso en ello podría llorar toda la noche, pero como hoy no tengo armadura ante la impotencia sólo me queda un arma: La esperanza. La esperanza de saber que por cada cosa mala que ocurra, transcurren anónimamente infinidad de cosas buenas. La esperanza de poder sorprenderme ante la naturaleza y de tener cada instante algo por lo cual agradecer. La esperanza de saber que aún hay personas conscientes y que muchas de ellas quieren cambiar las cosas (ojalá quienes creen tener poder pensaran igual). La esperanza de saber que todos somos extranjeros en este lugar y que hemos venido en un viaje de aprendizaje, aunque sea dificil aprender a dejar las cosas como las encontramos, o mejor. Si lo importante no son las veces que caemos, sino las que nos levantamos, tengo la esperanza que la humanidad entera alguna vez se levante para ver la existencia desde una optica menos obtusa y más universal, y la certeza que "indudablemente el universo marcha como debiera".