viernes, agosto 28, 2009

De la consumación del las ideas al consumismo

Tras cerrar los ojos un instante y abrirlos nuevamente, aparece frente a nosotros una visión imposible diez mil años antes: la evolución de las herramientas convertidas en instrumentos cotidianos, en el producto de la colonia humana. Me concentro en el monitor, en su logotipo, en su material, en la pantalla compuesta por miles de pixeles, que a su vez forman símbolos e imágenes, diseños y formas aparentemente abstractas, pero coherentes para el ojo occidental; y ahondando más, está la tecnología electrónica que se construye hasta el nivel molecular, sirviendo de base al software que a la vez está formado por capas y más capas de abstracciones. Todo cuanto vemos, sea nuevo o no, ha sido construido por otro humano con intención. Cada cosa tiene una historia y un significado para su gestor, lo cual habría de darle un sentido menos utilitarista, pero que se pierde por la fuerza de la costumbre de la observación, o por el apabullante aglutinaniento de objetos en que vivimos inmersos.

La historia de la cultura puede ser vista desde el punto de vista de la historia de las ideas, y cada objeto condensa la evolución de muchas ideas a través de la línea de tiempo. Debido a que ahora generamos más información que hace un siglo, como consecuencia generamos más ideas, por ende más objetos para realizar nuestras ideas. Pero ya no producimos ideas, tanto por el placer de hacer, como por el placer de tener, los objetos pasan a un segundo plano, y las ideas que los "halitan" a un tercero, de manera que nos enredamos inconscientemente en un juego eterno de vender y comprar, hasta que no hayan recursos para hacer objetos para plasmar las ideas.


jueves, agosto 20, 2009

Cuesta abajo, contracorriente

Poco falta para terminar la más grande obra de ingeniería que el destino me haya deparado hasta el momento. Satisfecho y cansado comienzo a retomar las palabras, que por alguna razón se tornan huidizas cuando las abstracciones inundan mi cerebro, en el cual las artes viejas y las nuevas se niegan a convivir.

Tras ver la transformación del mundo en mi ausencia, del fondo de la memoria brotan, pesados como burbujas de pantano, recuerdos de películas incontables en las cuales alguien mayor le dice a un joven: "Tu vida apenas comienza", mitigando con la falacia el dolor de crecer o justificando la ignorancia del joven. Pues bien, todos sabemos que la edad no es necesariamente síntoma de experiencia, como lo demostramos al aumentar la estatura.



No nos espera un final feliz ni uno triste. No hay que esperar al final, ni a empezar a vivir, ni a ahorrar suficiente para ser feliz, ni pensionarse, ni tener familia e hijos, ni bienes, ni lujos. No hay que esperar. Hace tiempo comenzó esta carrera, y si aún aguardamos tras la ventana para empezar a correr, tal vez se nos haga tarde. Tambień yo he esperado demasiado y ahora me siento sobreentrenado para un mundo que no me necesita. No importa, aún es tiempo. Ya me calcé los tenis. Quien llege de último paga las cervezas.