jueves, agosto 20, 2009

Cuesta abajo, contracorriente

Poco falta para terminar la más grande obra de ingeniería que el destino me haya deparado hasta el momento. Satisfecho y cansado comienzo a retomar las palabras, que por alguna razón se tornan huidizas cuando las abstracciones inundan mi cerebro, en el cual las artes viejas y las nuevas se niegan a convivir.

Tras ver la transformación del mundo en mi ausencia, del fondo de la memoria brotan, pesados como burbujas de pantano, recuerdos de películas incontables en las cuales alguien mayor le dice a un joven: "Tu vida apenas comienza", mitigando con la falacia el dolor de crecer o justificando la ignorancia del joven. Pues bien, todos sabemos que la edad no es necesariamente síntoma de experiencia, como lo demostramos al aumentar la estatura.



No nos espera un final feliz ni uno triste. No hay que esperar al final, ni a empezar a vivir, ni a ahorrar suficiente para ser feliz, ni pensionarse, ni tener familia e hijos, ni bienes, ni lujos. No hay que esperar. Hace tiempo comenzó esta carrera, y si aún aguardamos tras la ventana para empezar a correr, tal vez se nos haga tarde. Tambień yo he esperado demasiado y ahora me siento sobreentrenado para un mundo que no me necesita. No importa, aún es tiempo. Ya me calcé los tenis. Quien llege de último paga las cervezas.

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