miércoles, junio 28, 2006

La ley del mínimo esfuerzo

Años atrás comencé a trabajar como desarrollador en una pequeña empresa de software. En esos momentos la ley del mínimo esfuerzo consistía en lo siguiente: Hacer las cosas bien desde el principio para no gastar energía corrigiéndolas, y evadir en lo posible responsabilidades innecesarias.

Hoy, exactamente Diez años después, estoy nuevamente en la misma empresa, pero el trabajo ya no es el mismo, yo ya no soy el mismo, y la consigna ha cambiado un poco: Hacer las cosas bien desde el principio para no gastar energía corrigiéndolas, y reparar los defectos en el sistema que amenacen su buen funcionamiento.

Inevitablemente el tiempo nos enseña a enfrentarnos al destino, a cambiar la indiferencia por coraje, y a recabar en las raíces de los árboles que nos soportan para retirar la maleza; y pese a que el trabajo nunca ha de ser el principal aspecto de la vida, sin lugar a dudas conforma el abono para crecer.

lunes, junio 19, 2006

Sobre la pareja ideal

Respecto a las características que ha de tener la pareja ideal, considero oportuno responder a Andrés en éste post.

Festividad

Un lento padecimiento me agobia, las noches a menudo se hacen largas, las plantas reverdecen más lento y las rosas se tornan de un color rojo intenso que hiere los ojos. Descubro en mi piel el aroma de alguien más y en mi sonrisa, una causa más para sonreír. Preparo un nuevo eslabón para mi tren construido con un solo vagón, y bajo las anclas de mi barca en el puerto en que he encallado. Ignoro cómo el torbellino de circunstancias me han traído hasta aquí. Acaso se ha desenredado un nudo más de la madeja de mi vida, o tal vez Cupido ha vuelto a visitarme para probar si soy digno de sus dones, y he pasado la prueba. Lo cierto es que a pesar de no estar preparado para este viaje, estoy dispuesto a embarcarme y arriesgarlo todo, a dejar mi egoísmo a un lado y apartar mi amada soledad para entregarme totalmente, pues la Princesa que me ha hecho digno de su corazón también lo es del mío. Ella todo lo vale.


miércoles, junio 14, 2006

Sobre las guerras el futuro

Considero que casi cualquier tipo de sectarismo es nocivo, ya sea político, religioso, deportivo, nacionalista, sexista, o cultural, ya que en la mayoría de los casos, no es el individuo quien escoge su “secta” conscientemente, es el azar quien lo lleva a ello, y en otras circunstancias hubiese escogido aquella por la que ahora siente oprobio. Esa la principal razón por la que no suelo ver deportes de competencia, pues desde mi punto de vista, el regionalismo no es una razón de peso para preferir un equipo sobre otro. Sin embargo tuve una visión mágica al presenciar por casualidad el inicio del partido del Mundial de Fútbol entre Corea y Togo, mientras los jugadores de ambos equipos se organizaron para cantar sus respectivos himnos nacionales antes de iniciar el partido. Durante ese breve espacio de tiempo compartí con los jugadores la nostalgia de sus tierras, de sus culturas, y sentí al presenciar los ojos rasgados de unos y la piel ébano de otros la emoción previa a la batalla que sintieron los guerreros antiguos. De repente los deportes de competencia se transformaron en una bella reminiscencia de guerras pasadas en tierras desconocidas, cuando los mejores guerreros de una tribu se enfrentaron a los de otra. Surgió una nueva esperanza al ver que es posible transformar las guerras en imágenes pacifistas.

viernes, junio 09, 2006

Sobre los símbolos culturales

Poco sentido tendría para un gato el ver a alguien sentado en un escritorio todo un día junto a un teléfono y un montón de papeles, pero como humanos reconocemos el valor de dicha actitud y el sentido de lo que representa. La mayoría (si no todos) de los actos humanos distintos a aquellos que manifiestan las necesidades básicas, han perdido la conexión con su finalidad, pues se convierten en eslabones pequeños de una cadena aún mayor que busca satisfacer un objetivo a largo plazo, que en últimas, continúa siendo la satisfacción de una necesidad básica. En el momento en el que surge la agricultura, ésta se convierte en un símbolo de la alimentación, pues aquél que desconozca el sentido de plantar semillas ignorará su finalidad; la elaboración de lanzas se convierte también en un símbolo para la caza, transformado más tarde en uno para la guerra.
Antes de nuestro triste divorcio con la naturaleza los elementos rituales de las culturas primitivas, desde la danza hasta los collares, tenían significados ahora incomprensibles para la ceguera de occidente, servían de canales místicos para contactar al Universo, para manifestar sentimientos, para lograr la comunión. El pensamiento occidental nos ha privado de aquella simbología nativa, pero nos regala constantemente una nueva, nuevos ritos aparecen constantemente y se generan también nuevos significados. Pero al parecer casi nadie parece interesado en cuestionar lo que esta cultura nos ofrece, como si todos aquellos productos culturales fueran benéficos por el simple hecho de ser promocionados. Se escoge la posición teológica como se escoge un equipo de fútbol, como se escoge la ideología política a seguir, como se escoge un paquete de papas fritas en el supermercado. Como si fuese necesario escoger o adherirse a un sistema de valores o creencias, cuando en realidad estamos en la capacidad de generar los propios.

Aquellos que trabajamos en la producción de tecnología dedicamos mucho tiempo para que nuestros usuarios gasten menos tiempo en el desarrollo de sus actividades, pero todo termina siendo tergiversado por la cultura, y el tiempo que debiera dedicarse a mejorar la calidad de vida se destina a ser más productivo, a seguir engordando la barriga insensata de la cultura, que corre como un caballo descabritado que desconoce su destino. Mientras tanto la humanidad va montada en este tren confiando en el camino que la cultura ha “escogido”, consumiendo todos sus productos, y generando prejuicios contra aquellos que no lo hacen. Tomando CocaCola si saber a ciencia cierta si es por que le gusta o por que es un producto estándar. ¿Cuántos significados hay en una reunión de amigos compartiendo un partido de fútbol frente al televisor, tomando gaseosa o cerveza y comiendo palomitas de maíz? De seguro hay más de un símbolo encubierto, como lo hay en cada actividad diaria, en cada frase que decimos. No necesitamos de tantos productos culturales transitorios para hallar el objetivo inicial. Reflexionar sobre la motivación de nuestros actos nos hará descubrir la riqueza que hay en ellos, la que hay en nosotros, lo que seguramente alejará la tendencia a ser influenciables, y por otra parte, nos ayudará a ser más felices.