Hace meses soy prisionero de la dimensión humana de la existencia. No sé por cuanto tiempo más, ni sé si mi tiempo se ha utilizado apropiadamente. No he renunciado a las demás dimensiones de la vida ni a los roles que conlleva estar vivo y ser consciente de estarlo, tampoco he sido seducido ni distraído por el afán consumista de occidente que reduce la existencia a la satisfacción de necesidades generadas por otros para satisfacer su necesidad de dinero; sin embargo si he dedicado gran parte del tiempo de los últimos días a la resolución de problemas humanos, tanto en el trabajo como en las relaciones personales. Alguien podría argumentar que eso es la vida, pero no; pues la vida es para mi mucho más que lo que veo, es incluso más de lo que puedo llegar a ser.
Si bien las dimensiones espiritual y mental han sido un soporte invaluable para desempeñarme en sociedad, son éstas las que de verdad me importan, y aunque aparente compartir las ficciones de unos y de otros, y utilice esas ficciones para crecer espiritual y mentalmente, sé bien que las ficciones no son el fin si no el camino. Difícil es compartir ésta visión con alguien para quien la vida es "real", para quien los problemas cotidianos definen al ser. Así, en la soledad de mi camino, seguiré "viviendo" mientras vivo.