martes, marzo 20, 2007

Sobre la domesticación

Nina tiene menos de un año; su pelaje recuerda un pequeño tigre de Bengala desteñido, y su maullido suele evocar el llanto de un bebé. Tal vez no pese más de tres kilos y quizá sea esa la razón por la que los niños se consideran superiores a ella.

Lo que los niños ignoran es que Nina al nacer ya tenía todos los conocimientos que se requieren para sobrevivir en cualquier lugar; que su piel y sus garras la hacen más fuerte y autónoma que ellos, y que si acaso busca sentido a su existencia, no será para averiguar si la vida vale o no la pena. Ellos sólo ven a una criatura inferior que hay que reprimir como ellos son reprimidos por sus padres, y que evoca tanta ternura como para abrazarla en contra de su voluntad.

Lo que Nina ignora es que desde que nació, y pese a sus habilidades, viene de un linaje de esclavos. Y no solo ella, también todos aquellos seres que han sido seducidos por lo que los humanos llaman domesticación; ya que aunque tenga todo cuanto requiera, carece de algo que poseía en su hábitat inicial: La propiedad sobre sí misma. También ignora Nina que tiene más sabiduría que muchos humanos que han utilizado su libre albedrío para crecer en estupidez; aunque dichos humanos no tengan la sabiduría para reconocerlo.

El comportamiento de Los niños hacia Nina se extiende como un fractal (en el que el patrón que se repite es la toma de decisiones por aquél que se considera inferior), hasta una escala mundial, donde las naciones que se consideran más poderosas desean a su vez domesticar al resto del mundo, pasando por alto la "libertad de equivocarnos" de la que habló Gandhi. La diferencia es que a dicha escala el problema toma otra connotación: Aquélla nación cuyo objetivo principal es la protección de los intereses de sus habitantes por encima de los intereses del resto del planeta, sufre de un egoísmo infantil que más que ignorante, es malvado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde mi punto de vista algunas personas necesitamos de las mascotas para tener un contacto con la sabiduría inconsciente en estado puro. La civilización con sus maquinas pavorosas y sus espacios cerrados y su nada, no nos permiten esa conexión esencial. Son esos animalitos los que nos tienen a nosotros y no nosotros a ellos.
Mi gata Felisa me permite olvidar de vez en cuando la fatalidad de este mundo. at:gerineldo

Anónimo dijo...

Lo que podriamos rescatar del hecho de tener mascotas podria radicar en esto:

La alta especializacion que hemos alcanzado como especie nos aleja de el contacto con la naturaleza. Tambien nos aleja de eventos tan pavorosos como la destruccion de las especies vegetales, la masacre de especies animales y el asesinato, tortura y desmembramiento de estos para satisfacer nuestra demanda. Como no tenemos acceso directo a esas imagenes somos ajenos e insensibles a este apocalipsis. Una de las pocas vias que tenemos para acercarnos a la naturaleza y sensibilizarnos, es contar con la compañia de una mascota.

Tener mascotas cuya comportamiento no sea compatible con el nuestro en el nivel de amistad equilibrada es malo. Quizas tan solo algunas especies de perros lo peden ser, siempre y cuando les podamos dar divercion, exparcimiento, libertad y buen trato. Creo que especies como aves y otros animales altamente instintivos, no encajan ni se sienten bien con nosotros, ellos preferirian estar en un bosque.

Si el hecho de tener mascota es controversial, solo se debe esperar que cumpla con la funcion de sensibilizar al humano, para redundar en el largo plazo en una cultura mas equilibrada hacia los demás seres.