Sin importar cuál sea el tipo de relación con lo sagrado siempre están esas palabras que expresan la necesidad de comunicarme con lo divino, con el todo, de agradecer y algunas veces de pedir. Para mí funciona así, y esa necesidad de espiritualidad trasciende las creencias. Es tan divina la piedra, como el ser vivo, el ser autorealizado, como el rayo o la lluvia. No busco maestros ni doctrinas, ni congregaciones ni pastores. Aún así si sigo rituales, por que el ritual es al menos un forma estándar de agradecer. No lo hago por soledad, ni por necesidad de estandarizar mis creencias, lo hago por que es una forma de las muchas que hay de manifestar que estoy vivo, y agradecido por estarlo.
Doy gracias por la vida y por la consciencia de ella, por tener cosas que no necesito y aún así, tenerlas. Por los alimentos, el aire y por el sueño. Por el sol, por las plantas, por los abrazos y los besos.
Doy gracias por los problemas que tengo y he tenido, aunque desearía un futuro sin problemas. Doy gracias por el Amor, por su presencia tangible aunque incomprensible para los demás. Por el tiempo que tengo y he tenido, y por el que me hace falta. Por las ideas y las construcciones que hecho y haré. Doy gracias sobre todo por la divinidad que me ha sido dada a guardar y por la responsabilidad de hacerla florecer. Finalmente ruego, por que esa divinidad brille en cada ser como una estrella infinita.
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