Es un patrón que al parecer se repite en todas las creaciones:
Iluvatar creó los elfos y Melkor los deformó convirtiéndolos en orcos.
La naturaleza creó las plantas enteógenas y los farmacéuticos las
privaron de su espiritualidad para convertirlas en drogas, El universo creó al
hombre y el hombre creó los zombis.
Pero no es
necesario que un rutual vudú cree un zombi, tampoco que aparezca un
virus desconocido. La forma más fácil de convertirlos es promoviendo la
desvalorización de las cosas, y eso se puede lograr de dos maneras:
La
primera es privando al humano de todas las oportunidades, alejandolo de
su tierra, quitandole la posibilidad de educarse y promoviendo un
entorno familiar disfuncional. Ello facilitaría en ingreso a la
drogadicción, la expulsión del núcleo familiar y la indigencia. Al final
el único objetivo del humano sería conseguir dinero para drogarse, sin
importar la forma, los bienes pierden su valor, por que solo son medios
de cambio para obtener droga.
La segunda forma es
convirtiendo al humano en un consumidor, promoviendo el consumo
compulsivo de productos que nunca han sido tocados antes por manos humanas, de alimentos
cultivados en granjas de químicos, de relaciones en las que sólo se
comparten apariencias, y obligandolo a trabajar para satisfacer su
necesidad consumista.
En ambos casos el humano se sumerge
en una felicidad aparente y transitoria; convierte los medios en fines
para finalmente renunciar a su dignidad, contaminando (aveces sin
notarlo), la dignidad de su entorno.
domingo, octubre 30, 2016
glu glu
Quien sale de la crisálida siempre renace, aveces es opcional, pero casi siempre es imperativo. Parir ideas es doloroso, parirse y recontruirse también lo es. La crisálida es una cárcel en la cual somos señores, la incertidumbre del mundo de afuera es lo que nos ahoga.
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