Entre los casetes y DVDs que dormitan en mi diminuta videoteca se encuentran dos de mis películas favoritas, cuyos títulos son similares pero distantes: Una vida sin reglas y Las reglas de la vida. Dichos títulos (y de hecho las películas) recuerdan que en muchos aspectos vivimos en una maratónica carrera hacia ninguna parte, pero con un miedo constante a no quedar rezagados, a no ser excluidos, a no ser aceptados aún cuando desconozcamos la razón por la cual estamos corriendo. Al parecer muchos conciben la vida con un único fin: Obedecer.
Estamos condenados a seguir los lineamientos que han definido las instituciones, la cultura, la religión, la familia, etc. Pero ¿hasta que punto cuestionamos las reglas que nos rigen? ¿Que pasa cuando los principios que han de garantizar nuestra libertad la cohíben? ¿Cuánto necesitamos de la sociedad, incluso del estado, y cuanto les damos nosotros para que se mantengan? Son sólo preguntas al aire que cada quien responderá en sus adentros. Me limito a decir que no es que obedecer nos haga felices, lo que ocurre es que no obedecer nos hace infelices; y si bien es necesario definir normas de convivencia para construír una comunidad, dichas normas deben sentar sus bases en al menos dos principios: Deben estar bien fundamentadas y deben garantizar la equidad. Quien sigue las reglas sin comprenderlas, es un esclavo del sistema.
4 comentarios:
Soy fiel creyente de que siempre se terminan estableciendo ciertas normas de convivencia aunque nadie las mencione ni estén en el papel.
El problema está cuando hacemos tantas normas que nos apoyamos en ellas demasiado, y en algún minuto dejamos de pensar. Creo que es lo que está pasando en la actualidad. Hay tan poco tiempo, tanto que hacer, tanto miedo a rezagarse, que lo demás pasa a segundo plano; entre ello, las reflexiones más profundas sobre lo cotidiano.
Uff me puse grave, pero creo que mi idea se entendió ;)
Saludos de
La hormiga que se está dando un tiempo
lamento no haber venido en mucho tiempo
que pena que no haya visto ninguna de esas dos peliculas
pero tienes razon, la gente, creo yo, se deja manupular facilmente para no sentirse distintos y pertenecer a la masa
conformar parte de un grupo que, en apariencia se apoya, pero en la realidad busca sus propios objetivos
saludos
Gracias Hormiguita y Beatrix por sus valiosos aportes. Muchas de las actitudes de nuestra cultura provienen de las cortes antiguas, en donde muchas veces los nobles no trabajaban y se limitaban a aparentar, mientras tanto, sus siervos trabajaban todo el día para subsistir.
El tiempo de las cortes se ha ido, pero seguimos siendo como siervos que aparentan pertenecer a la nobleza. Se nos pasa la vida complaciendo a los demás, pero ¿cuando complaceremos a nuestro fuero más profundo?. Los cristianos deberían saberlo bien. "No es el siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que quien envía". Somos iguales, entonces para que buscar en otros lo que es inherente a todos.
H.
Que más Ernesto.
Hay muchos principios fundamentados en la costumbre, ese no es desde mi perspectiva un fundamento fuerte. Muchos de nuestros comportamientos han surgido como la evolución tergiversada de comportamientos que tuvieron sentido para una minoría, a pesar de ser absurdos.
Para que una regla esté bien fundamentada, se requiere la máxima objetividad respecto a lo que se pretende lograr. Así es como lo veo yo.
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