Al medio día en mi casa, tratando de exprimir cada segundo de vacaciones, la gripa me desarma reduciéndome a un mortal y mi armadura se agrieta permitiendo la filtración de una sobredosis de nostalgia que me embarga. Se llena mi cuarto de canciones tristes y el cielo de lloviznas delgadas e incesantes. Trato de disfrutarlo, pero no consigo llorar, ni siquiera Palestina que llora sangre me conmueve lo suficiente a pesar del indecible dolor que ha de estar sufriendo en estos momentos. Que Dios nos proteja de los males que hemos invocado.
1 comentario:
Maestro, paso a saludar, hace años, literalmente, que no pasaba por acá.
Depronto después pase a leer toodo lo que hay desde que dejé de pasar.
Estamos en contacto don He. Villa
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