En la soledad de la noche se oye cercano el ronronear cadencioso de dos criaturas con quienes comparto vivienda que se distraen con el runrun y las luces de los carros que recorren la avenida. Dos, por que al que no quiere una tasa se le dan dos, y a pesar de seguir reprochándole a quienes tienen mascota, por los azares del destino se me ha encomendado el cuidado de una pareja de gatitos.
Reprocho la tenencia de mascotas por que estoy en desacuerdo con cualquier forma de esclavitud, como expresé anteriormente, además de haber comprendido que en realidad las mascotas ya no sufren una domesticación, si no más bien una humanización, y al llevarlos a convivir con nosotros les obligamos a seguir nuestras reglas, cada vez más extrictas dada la precariedad de los espacios modernos, y a acoger nuestras decisiones debido a su bajo nivel de elección.
El dilema ético comenzó mucho antes que vivieran conmigo al cuestionarme sobre la esterilización de los gatos y sus derechos reproductivos; me tomé bastante tiempo haciendo indagaciones y la conclusión final es que siempre será mejor esterilizarles a no hacerlo, pero desde el punto de vista humano, claro, y la consecuencia es un ensayo interminado al que llamé "Ética para Dulce" que publicaré a su debido tiempo; sin embargo tardé tanto tiempo en mi dilema que se resolvió por sí solo. Ahora tengo seis gatitos. Ya es hora que los padres planifiquen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario