Hace algunas semanas un tema me inquietó y lo traigo a colación. Estuve releyendo el Cuento del Grial de Chrétien de Troyes, y me llamó la atención el pasaje en el que durante la cena en el castillo de el Rey Pescador, Perceval, un caballero del rey Artus (ó Arturo), ve pasar a un paje con una lanza cuya punta siempre está sangrando, seguido por otro par de pajes que llevan candelabros acompañado a una doncella que lleva un grial. Por prudencia, de acuerdo al consejo de su mentor, Perceval se abstiene de hacer preguntas al respecto aunque que la curiosidad lo consumiera, y decide preguntar al otro día en cuanto despertase, sin embargo, al despertar no encontró a nadie en el castillo, ni si siquiera a un mozo que le ayudara a vestirse la armadura. Perceval sale del castillo con gran disgusto y en cuanto ha cruzado la puerta, alguien eleva el puente levadizo a sus espaldas, aunque no contesta las protestas ni preguntas del caballero.
Después Perceval se entera que si hubiese preguntado sobre la lanza y el grial en el momento en los vio, aquél reino hubiese retornado a la paz y su rey se hubiese curado de las heridas que le impedían levantarse, pero debido a su silencio, todo seguiría igual y sobrevendrían las guerras. También se entera que su madre murió en el momento en que la dejó en busca de aventuras (aunque el la vió caer desmayada a lo lejos, se negó a devolverse). Este par de sucesos hacen que el caballero reniegue de sus creencias y vague durante cinco años, al cabo de los cuales se encuentra con un ermitaño (su tío), quien le dice que todo el sufrimiento que ha pasado se debe a un pecado que desconoce: su madre murió a causa del dolor que le causó la separación de su hijo, y a causa de ese pecado se le paralizó la lengua cuando vió "el hierro que nunca dejó de sangrar".
Aunque el libro contiene varios elementos simbólicos que desconozco, me llamó la atención este pasaje debido a que propicia una reflexión: de acuerdo con el autor, aunque Perceval creía estar haciendo algo bueno al ser prudente, en realidad no era su voluntad la que obraba, era la consecuencia de un pecado cometido (En algún sitio web, que no recuerdo decían que su pecado habia sido la negligencia al ver caer a su madre y no acudir en su auxilio). Entonces surge la pregunta: sin importar la posición teológica que tengamos y de acuerdo con el ejemplo de Perceval, ¿Cuándo creemos obrar bien, estamos realmente haciendo el bien? Es más profundo de lo que aparenta ser. Desconcertante.
3 comentarios:
VAle.
No mas me dice como hacemos para coordinar (jo jo jo ... dinero... mucho dinero)
y los ojos ahhi van controlados
De la criticadora...digo ...argumentadora oficail o como sea que tu digas
no seria bueno advertir al lector que si va a leer la historia mejor lea despues..pues pierdes audiencia pero no le dañas el final a la gente
LM
Gracias querida "Detractora oficial". En realidad el pasaje tiene que muy poco con el final, y al contrario, pienso que puede motivar a quien se sumerja en la las letras de Chretién de Troyes a ponér aún más atención en esta parte de la historia.
Besos.
H.
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