sábado, mayo 06, 2006

Sobre los hijos

Para algunos es un milagro, para otros es una reacción química producto del comportamiento emergente de millones de moléculas organizadas por una larga evolución, otros ven en ello la manifestación viva del Creador y algunos lo consideran el resultado inesperado de la ruptura del preservativo, del corrimiento de la regla, de la falla del dispositivo, del exceso de confianza en el destino. Cada quien decide lo que significa traer al mundo una nueva vida, aunque lo ideal sería que los niños no fueran fruto de un error en el itinerario de la cigüeña.

Durante de mi adolescencia, el dolor de un mundo atormentado por la humanidad me insinuaba que tener hijos no solamente era irresponsable, también era antiético. Ver la imágenes de guerras cercanas y lejanas, las profundas heridas en el planeta causadas por la humanidad y a los nuevos padres reiterando errores de los padres del pasado, ratificando así que la ignorancia es una enfermedad hereditaria, parecían razones suficientes para no considerar el tema. Desde entonces el mundo ha continuado desenrollandose en la madeja del tiempo y nuevos puntos de vista han aflorado en mi percepción de la vida; ahora reconozco la importancia de educar gente valiosa para el futuro y creo que está bien tener hijos cuando son una decisión consciente (aclaro que no estoy de acuerdo con el aborto, pero no abordaré el tema por el momento), lo que implica una inmensa responsabilidad de los padres que nunca se prepararon para serlo, si no desean que sus hijos reproduzcan sus errores y defectos.

Por mi parte no he buscado tener hijos por que no me siento digno de tenerlos, pues no he hecho nada por convertir este mundo en un lugar mejor. Hago lo posible por dar buen ejemplo a quienes me rodean, pero es como una gota de tinta lanzada al océano (es por eso, en parte, que sólo me relaciono con aquellos a quienes considero valiosos, por que los débiles siempre aprenderán lo peor de ti y los fuertes lo mejor), además el ejemplo no es suficiente, desearía sentirme más completo antes de delegarle a otro mi carga, sea esposa o hijo. Por otra parte tengo la certeza de la inmensa alegría que experimenta el universo cuando una nueva vida arriba al planeta, y sé que tener un hijo me haría muy feliz, pero también se que este no es el momento, cuando los hijos de mi cerebro son un racimo de proyectos incipientes que requieren de todo mi cuidado para ser libres. Quizá se me pase el tiempo jugando en soledad con mis utopias y descubra un día que mi egoísmo fue mas grande que el amor por la descendencia, o tal vez, por el contrario, llegue una criaturita que necesite de mí, y desde ese instante decida postergar indefinidamente cuanto ansío para dedicarle todo cuanto soy al Proyecto más Grande. Difícil conciliar entre ambos extremos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sintetizando parte del ensayo "el mono desnudo". Lo importante es tenerlo con la persona correcta. Por el bien de los tres