sábado, marzo 25, 2006

Embriaguéz

L as calles nocturnas de la ciudad se han cuberto de brillos de oro y plata, y las gotas de lluvía que otrora fuesen lágrimas ahora son melodías de una sonata feliz. Quizá sea debido a que ayer me encontré con un amigo querido y bebimos la bedida de la cierva, a que las mujeres hoy están más radiantes, a que salí hace poco de una conferencia excelente que me recordó la voz hechizante de Penélope (que por cierto, ha dejado quieto su telar por un largo tiempo), a que he aprendido muchas cosas esta semana que me obligan a enfrentar dragones en tierras desconocidas, o a que esta mañana el aletear del jugueteo de dos aves me sorpendió cuando me deleitaba con el olor de un pino; desconozco el motivo exacto, pero hoy estoy ebrio de belleza como un lobo que agita su rabo al viento o un gato sonriente que se se refugia cerca al fuego; y aunque el mundo nos satura de momentos tristes, son los felices son que vale la pena alargar, por eso me arriesgo a compartirlos con quien por alguna razón aterrice en esta líneas.

No se si alguien lo haya notado, pero prefiero los hipervinculos a las transcripciones, pero hoy, para garantizar que el mensaje llegue, haré una excepción compartiendo una rima de Becquer:

¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume beber hasta saciarse!

¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!

¡Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien... y roncar como un sochantre...
y comer... y engordar... y qué desgracia
que esto solo no baste!

jueves, marzo 23, 2006

Sobre la verdad

La verdad os hará libres, versa el evangelio según San Juan, y fue precisamente la verdad el tema de de un ensayo que escribí con gran premura la semana pasada, a solicitud del docente de una de las asignaturas de la maestría (a quien pueda interesar, el ensayo se puede obtener aquí, aunque aclaro que no le dediqué el tiempo que merecía). Durante el debate de los escritos en la clase, no dejó de causarme curiosidad el enfoque religioso que le dieron algunos compañeros, pues era una asignatura de trasfondo científico y obviamente se trataba de la verdad científica, lo que me dió pie a hacer unas cortas reflexiones sobre lo que significa para mí la verdad en el sentido general de la palabra.

Defiendo mi concepto de verdad como ausencia de incertidumbre, de manera que la incertidumbre es aquél velo que evita que veamos algo tal y como es, y ello suscita la reflexión sobre lo que conocemos con certeza real y absoluta, sobre lo que podemos llamar verdadero. Por ejemplo "sabemos" que 1+1=2, pero ¿cómo asegurar que siempre será cierto?, el edificio de la ciencia se ha construído sobre esa premisa, aunque es posible (pero poco probable) que las reglas del universo cambien y de repente la unidad deje de serlo, tambien es posible que alguien descubra un nuevo sistema matemático en el que las cantidades no representen lo mismo que en el nuestro (recordé un ejemplo típico de sinergia: 2+3>5). Con lo anterior quiero sugerir que todo cuanto conocemos no es del todo verdadero, es suceptible a cambios y por lo tanto no es absoluto, pero obviamos ese pequeño detalle para no añadir complicaciones innecesarias a la vida. Vemos la luna en el cielo y creemos que que gira la rededor de la tierra porque así nos lo han dicho (y es bastante coherente, por cierto), pero no lo podemos demostrar, a menos que sea con artificios matemáticos; aún así la luna puede seguir siendo una ilusión, el cielo también, las demás personas, nuestro cuerpo, todo cuanto vemos y sólo hay una sola cosa real y demostrable: nuestra propia consciencia de la existencia. Todo lo demás es tan sólo probable, no hay pruebas que garanticen su autenticidad, sin embargo queremos creer que todo lo externo a nuestro pensamiento es real, nuestra naturaleza nos incita a ello.


Si lo único verdadero es nuestra consciencia, es una verdad subjetiva, no podemos demostrar la verdad de la consciencia de alguien más. Desconozco la obra de Descartes e ignoro como solucionó este dilema, pero por mi parte la solución fue descubierta en un lugar donde la razón no tiene sentido: en los abismos del espíritu. Sólo en el fondo de nuestro ser conocemos nuestro propósito real, pues todo aquello que vale la pena conocer ya lo sabemos, sólo debemos recordarlo. No hay libro, por sagrado que sea, mentor o sabio cuyo conocimiento tenga más validez que aquél que reposa en el corazón humano; Las religiones pueden guiarnos con sus lamparas, la ciencia puede medir las distancias, pero el camino es distinto para todos y ha de recorrerlo cada quien en soledad. Cuando la razón se haya acallado, la vida a través de las sensaciones comenzará a recitar cuanto es verdadero; entonces seremos libres.

viernes, marzo 17, 2006

Detonación y desensortijamiento

La modorra se evapora lentamente tras la lluvia de hechos que me han rodeado los últimos días, ahora es el momento del ansiado decenso de la montaña rusa, y preparado o no, es el momento de iniciar el nuevo ciclo. Ignoro el mecanismo de relojería que utiliza el destino para guiar cada una de nuestras acciones, pero en mi caso es la intensidad de las vivencias lo que marca el inicio de una nueva etapa, o la aproximación de un sentimiento muy fuerte

Hace unas semanas hablé de aquella nostalgia envolvente que se transformó en tristeza que se transformó en preocupación que se transformó en prisa que se transformó sin notarlo en el ultimo "cric-trac" de la cuerda del resorte del dispositivo mecánico que haría avanzar la maquinaria que soporta las acciones que definen las circuntancias de mi vida; y mientras hace veinte días no tenía otra preocupación que la nostalgia que compensaba durmiendo de once a nueve, a la vez que con una lentidud que me aterra en mí trataba de resolver en el trabajo un problema de mis preferidos por el grado de dificultad que implicaba y distraía el tiempo leyendo plácidamente Fight club de Chuck Palahniuk, ahora me encuentro escribiendo frente un monitor LCD que me fué entregado tras algunos inconvenientes como cambio de garantía de otro monitor que tenía un par de pixeles dañados y que adquirí esta semana con un crédito que solicité en el fondo de empleados de la empresa por que el monitor que me había acompañado los últimos siete años decidió exalar una mañana con un olor plástico quemado al momento de encenderlo con la intención de buscar en la página web de la universidad alguna razón por la cual no podía inscribir las asignaturas de la maestría cuyo recibo de pago me fué entregado apenas hace tres días tras muchos viajes en vano de ida y vuelta, lo que me obligó a agilizar los trámites de otro crédito para pagar el semestre y con el que por fín hoy logré cancelar en el banco tras otro par de problemas que afortunadamente se resolvieron sin trámites excesivos. Todo eso sin contar con la inmensa pérdida que tuvo mi familia y que no deja de ser traumática y que además de todo lo anterior ahora tengo que recobrar los conocimientos olvidados o no aprendidos sobre probabilidad, estadística, matemáticas especiales, algebra líneal, y teoría de autómatas en el menor tiempo posible. Que puedo decir, bienvenidos los cambios. Tomemos una cerveza y durmamos para aguardar las sorpresas que traerá mañana. C'est la vie.

martes, marzo 14, 2006

Sobre las relaciones virtuales - II

(Segunda Parte - Canales de Chat)
Es noche de martes, y la luna ilumina la noche pálida tras su eclipse. Un cansancio me cierra los ojos y dobla mi cuello, pero aún es muy temprano para recibir a Morfeo, así es que mientras preparo su bienvenida, terminaré con una idea inconclusa que aún no termino de descifrar, con la esperanza que mis manos al recorrer el duro teclado, se conviertan en el instrumento para forjar las frases adecuadas, las mismas frases que bajo la complicidad del anonimato conversan en la soledad con las amigas imaginarias que viven al otro lado del cable.

En un capítulo de Rayuela la Maga le dice a Horacio que él es un observador y que vé el mundo como si fuera una fotografía, o un cuadro en el museo, pero que no entra en él, no se compenetra; pues bien, Cortazar sabía que en ese sentido el mundo está lleno de Horacios. Yo soy uno de ellos (en ocasiones muy a mi pesar), y tengo la tendencia a parecer anónimo a menos que desee algo del medio que observo o que alguien necesite mi ayuda, pero eso está lejos de ocurrir en las salas de chat, a las que muy rara vez entro, y en las que me limito a observar la evolución de las conversaciones de los demás, lo cual puede parecer interesante y hasta divertido. Veo los infaltables insultos, las invitaciones constantes de un tipo que busca alguna chica lista que nunca le contesta (al menos en público) y la conversación usual de los parroquianos del chat. Quizá inconscientemente estoy buscando a alguien que me sorprenda, pero eso nunca ha ocurrido, de hecho, nunca hay nadie sorprendente, y si yo interactuara con los demás en un chat, yo no sería la excepción, por que ¿Qué se le pude decir a alguien cuya existencia es dudosa?.

Hitch decía algo así como que el 60% de la información que recibimos de alguien no es verbal, corresponde a los gestos y las actitudes, el 30% viene por la entonación, y sólo el 10% corresponde a las palabras. No me tomaré el trabajo de confirmar las palabras de Alex Hitchens, pero supongamos que sean ciertas y que mi recuerdo es al menos aproximado; ahora contextualicémoslo en una sala de chat: el 90% de la información que recibimos normalmente de la otra persona no está. Nisiquiera el tono o el timbre de la voz. No podemos confirmar que la otra persona es en realidad quien dice ser, aunque diga ser alguien conocido. Sin embargo la mayoría de las personas en un chat interactuán como si todos fueran de verdad (muchos desconocen incluso la presencia de bots), se enamoran o al menos aparentan hacerlo, se molestan, o se alegran. Mi hipótesis respecto al vacío de información, es que cada quien se la inventa, aunque no sea conciente de ello. Si ella dice que es una princesa, él decide creerlo, si él dice que que la quiere o que la ama, ella lo creerá, por que desea creerlo. Otra cosa son las relaciones audiovisuales, pues son más cercanas a la realidad, pero no voy a hablar de ellas en esta ocasión. Un factor común en todas las relaciones virtuales es que todo será perfecto hasta que el aburrimiento llegue como una nube negra que con su lluvia borre las débiles huellas de aquella relación, por lo menos en la mayoría de los casos.

Para terminar esta reflexión seguiré haciendo suposiciones respecto a la pregunta implícita: ¿Qué motiva las relaciones virtuales por chat? Han de ser muchas cosas, pero resalto dos en especial. Por una parte la curiosidad que proporciona vivir en la sociedad de la información, en donde podemos conocer y escoger potencialmente a millones de personas, a diferencia de un par de siglos atrás cuando las débiles carreteras apenas llevaban los correos y mucha gente moría sin haber salido de su pequeño pueblo natal, lo que en mi opinión obligaba a muchos matrimonios a durar más tiempo del soportable. Y por otra parte aquella soledad inherente a nuestra civilización, que nos ha dejado vacíos de afecto y de tiempo para compartir, y aparentemente huérfanos del verdadero Amor al que en vano tratamos de suplir con sentimientos artificiales cual placebos. Sin embargo es indudable que la red nos acerca, incluso es posible tener amigos que tal vez nunca conozcamos personalmente, o hacer nuevos amigos que nunca esperamos encontrar (como alguien a quien conocí hace poco por Messenger) y hasta crear lazos de complicidad basados en el anonimato mutuo; y aunque la distancia haga frágiles este tipo de relaciones, como en todas las demás se requieren de al menos dos elementos: Suerte para encontrar a la otra persona y Voluntad para mantener la relación. El primér elemento es el más dificil de conseguir, el otro como siempre, depende de lo que deseemos. Por hoy no me extenderé más, y espero soñar con mis amigas imaginarias. Morfeo toca a mi puerta...

viernes, marzo 10, 2006

Luto

Esta semana la tristeza ha llegado a su punto máximo cuando mi familia se enteró que un tío muy querido partió hacia el viaje del que no se retorna. Ríos de llanto han cubierto los rostros de madre, esposa, hijos, hermanos, sobrinos y amigos, y la nostalgia que sentí los recientes días pasados se transformó en el luto por la ausencia de aquél que no volverá.

La muerte de mí tio ha sido triste por lo repentina, por que su vida fué arrebatada cruelmente en una etapa feliz de su vida, por que el luto acude cuando no se está preparado a afrontar la pérdida, y por que a diferencia de la mayoría de los momentos felices, este tipo de momentos tristes se suelen recordar el resto de la existencia.

El funeral se convierte en una oportunidad para reunir a los parientes lejanos y cercanos, para llorar rodeados de abrazos y para decir de quien parte muchas cosas que no se dijeron en vida; es una fiesta triste en la que celebra con las ropas de quien ya ha partido a un largo viaje. Así es la forma como nos han acostumbrado a ver la muerte, pero no tiene por que ser así. Por eso es tan importante vivir el presente buscando la mayor felicidad posible, aprovechar al máximo nuestra vida y la de los demás, abrazar a quienes queremos, dar muestas de afecto a aquellos con quienes hemos construído lazos, decir "Te Quiero" para expresar el cariño verdadero, y regalar una sonrisa de despedida cada vez que partimos; por que a pesar de la medicina, de las comodidades, de las relaciones sociales que soportan nuestra vida, o del poder, a pesar de todo seguimos siendo efímeros, y cada nueva vida que viene a ocupar su lugar en el mundo trae desde el principio su boleto de regreso.

Por todo lo anterior, con este escrito quiero ratificar a todos aquellos que me rodean, amigos y familires, todo el aprecio que les demuestro en cada abrazo, (así sea un abrazo tímido), a todos mis parientes, que a pesar de la distancia los recuerdo con mucho cariño y a Fernando, donde quiera que estés ahora, que espero que seas Feliz, con la felicidad que se siente al terminar un trabajo bien realizado, que tengas la tranquilidad de quien defiende sus ideales y de quien contempla la existencia a través de los ojos de la Perfección.

domingo, marzo 05, 2006

Sobre el pecado de Perceval

Hace algunas semanas un tema me inquietó y lo traigo a colación. Estuve releyendo el Cuento del Grial de Chrétien de Troyes, y me llamó la atención el pasaje en el que durante la cena en el castillo de el Rey Pescador, Perceval, un caballero del rey Artus (ó Arturo), ve pasar a un paje con una lanza cuya punta siempre está sangrando, seguido por otro par de pajes que llevan candelabros acompañado a una doncella que lleva un grial. Por prudencia, de acuerdo al consejo de su mentor, Perceval se abstiene de hacer preguntas al respecto aunque que la curiosidad lo consumiera, y decide preguntar al otro día en cuanto despertase, sin embargo, al despertar no encontró a nadie en el castillo, ni si siquiera a un mozo que le ayudara a vestirse la armadura. Perceval sale del castillo con gran disgusto y en cuanto ha cruzado la puerta, alguien eleva el puente levadizo a sus espaldas, aunque no contesta las protestas ni preguntas del caballero.

Después Perceval se entera que si hubiese preguntado sobre la lanza y el grial en el momento en los vio, aquél reino hubiese retornado a la paz y su rey se hubiese curado de las heridas que le impedían levantarse, pero debido a su silencio, todo seguiría igual y sobrevendrían las guerras. También se entera que su madre murió en el momento en que la dejó en busca de aventuras (aunque el la vió caer desmayada a lo lejos, se negó a devolverse). Este par de sucesos hacen que el caballero reniegue de sus creencias y vague durante cinco años, al cabo de los cuales se encuentra con un ermitaño (su tío), quien le dice que todo el sufrimiento que ha pasado se debe a un pecado que desconoce: su madre murió a causa del dolor que le causó la separación de su hijo, y a causa de ese pecado se le paralizó la lengua cuando vió "el hierro que nunca dejó de sangrar".


Aunque el libro contiene varios elementos simbólicos que desconozco, me llamó la atención este pasaje debido a que propicia una reflexión: de acuerdo con el autor, aunque Perceval creía estar haciendo algo bueno al ser prudente, en realidad no era su voluntad la que obraba, era la consecuencia de un pecado cometido (En algún sitio web, que no recuerdo decían que su pecado habia sido la negligencia al ver caer a su madre y no acudir en su auxilio). Entonces surge la pregunta: sin importar la posición teológica que tengamos y de acuerdo con el ejemplo de Perceval, ¿Cuándo creemos obrar bien, estamos realmente haciendo el bien? Es más profundo de lo que aparenta ser. Desconcertante.

viernes, marzo 03, 2006

Top 10

Otro viernes lluvioso y la tristeza aún me acompaña, como no pienso llenar este blog de quejas, he decidido abrir uno para ese propósito, de manera que quien se sienta lo suficientemente fuerte para soportar mi dosis de tristeza de hoy lo invito a la siguiente dirección: http://top-10.blogspot.com/2006/03/top-10-de-escenas-tristes-o-nostlgicas.html

miércoles, marzo 01, 2006

Sobre la nostalgia

El tiempo se dilata como un resorte, aguardando el momento de mayor tensión para volver a completar un ciclo y reiniciar el compás imperceptible de la vida. Todas las experiencias actuales se sumergen en un ritmo lento, y yo mismo siento que me muevo más despacio. En el lento fluír de los actos, sólo hay lugar para la reflexión, que acude de forma inevitable en todo momento, y tras su velo surge la nostalgia en el tiempo nuevo que aparece entre los instantes estirados; esa nostalgia que que no hiere pero entristece y que llena de grises el sol radiante; la nostalgia del pasado de esta vida, y la nostalgia de las vidas que nunca se han vivido. La nostalgia de la princesa que nunca llegó, o la nostalgia aún peor de la princesa que llegó y se fué. La nostalgia de un mago escondido en un bosque encantado, la nostalgia de luchas sangrientas en guerras pasadas, de un lugar pacífico y aíslado de la civilización, nostalgia de familias perfectas, de sueños realizados.

La nostalgia que producen uninvited, wish you were here, I'd do anything for love (but i won't do that), ó sin tu latido; aquella de my inmortal, de eclipse de mar y la de alone, de esperanzas, de si algún día la vez, incluso de la every rose have this thorn, todas entremezcladas tratando de inventar recuerdos nuevos y de revivir a los muertos, cargadas de días lluviosos con zapatos enlagunados, de fríos atardeceres perdidos en busca de una amada. La nostalgia de un principito añorando a su rosa, de un Lobo Estepario enamorando una Armanda, de un Tagore cantando a sus hijos, de la lluvia de Borges, de todos aquellos recuerdos amados que se entremezclan con los olores de la niñéz.

Nostalgia, ese "dolor nuestro" que sentimos al vivir en un mundo extraño, aunque el propio sea un sueño. La nostalgia de la perfección no alcanzada, de la conciencia opacada, de la razón no encontrada, de la belleza olvidada, de la esperanza perdida, de las ideas agonizantes, de los momentos desperdiciados. Dicha nostalgia es la que ahora me arropa mientras estoy dormitando en el borde del abísmo, esperando el momento de máxima elongación del tiempo en el que repentinamente los relojes recuperen su velocidad habitual para comenzar un nuevo ciclo afortunado, en el que el flujo de las ideas se sincronicen con los latidos del corazón y la montaña rusa recobre el momento del decenso.