viernes, febrero 17, 2006

Sobre el ser y las posesiones

(Tener para ser para tener)

Hablando con mi sobrino de ocho años sobre teléfonos celulares, televisores y computadores, terminé por preguntarle si para él era más importante el ser o el tener. Después de una corta reflexión me dijo textualmente "tener es más divertido", y habló sobre la importancia de tener muchas cosas y de tener dinero para adquirirlas, aunque finalmente reconoció que ser era más importante, por que "uno no se puede deshacer del alma".

La mayoría de nosotros llegamos conclusiones similares a las de mi sobrino. Sin importar si profesamos alguna religión o no, terminamos reconociendo que los bienes materiales permanecen con nosotros sólo una pequeña parte del trayecto y que nuestro ser nos acompaña durante toda la travesía a través de los mares de la vida. Aún así, en ocasiones le damos más valor a los bienes materiales que a los bienes del ser. Muchas veces el ser y el tener se funden y los bienes terminan siendo una extensión del ser, como tentáculos electrónicos, mecánicos y artesanales. En casos extremos el ser se convierte en una extensión de los bienes, se transforma voluntariamente en un cliché inconsciente de su sacrificio, una máscara sin actor. Inevitable recordar a Tyler Durden: "Tus posesiones terminan poseyendote".

Ahora bien, ¿hasta que punto es válida una renuncia total a los bienes materiales, o hasta que punto es válida una sumisión total hacia ellos? Pues bueno, en mi humilde opinión, considero que para un occidental la solución de Buda, el camino intermedio, continúa siendo la mejor. De hecho, creo que la renuncia total a los bienes (si es que se tienen) para alguien de nuestro entorno, se torna imposible. Jesús se quedaría sin seguidores si pasara por aquí.

Sin embargo cabe destacar que hemos sido condicionados por los medios para desear, y en nuestra cultura deseamos de una forma insana, hasta el punto que se estigmatiza a quien no se viste a la moda, no toma la última bebida del mercado, no usa desodorante, no se afeita, no se limpia los zapatos, no se corta el cabello.... ¡ejem!, perdón, terminé describiendome. A lo que pretendía llegar, es que previo a la satisfacción de un deseo, conviene cuestionar la razón que lo origina.

Incluso aquellos que luchamos ferozmente para no quedar atrapados entre las fauces seductoras de la cultura occidental, adquirimos montones de bienes para facilitar el desarrollo del ser: libros, música o películas, que muchas veces se convierten en amigos indispensables a los que podemos acudir en busca de consejo o compañía y cuya ausencia extrañamos, aunque fuese por una breve temporada. O también adquirimos herramientas útiles como computador, teléfono celular o agenda digital, para hacer la estancia más llevadera en el entorno sociocultural que habitamos.

El dilema del tener o ser se relaciona también con la busqueda de la gratificación a largo plazo o a corto plazo. Cuando adquirimos bienes obtenemos gratificación instantanea (aún más si se adquieren a crédito), aunque muchas veces efímera. En cambio, cuando se inicia el recorrido de la elevada cuesta del mejoramiento personal (¡Aclaro que no estoy hablando de autosuperación!), la cima es inatisbable antes de iniciar el ascenso, pero adquirmos una recompensa permanente al respirar el aire del presente, y una ligera alegría al observar hacia atrás el camino andado (aunque sepamos que nunca alcanzaremos la cima).

Ya para terminar, confieso que si bien mi Palm no me ayudará a alcanzar el nirvana, terminaré esta pequeña reflexión con las frases finales de la conversación con mi sobrino, cuando él, con aquella picardía típica de los niños preguntó:« ¿Tío, por que no botas todas tus cosas para que yo las recoja?». « Pero Nico - Le dije - Si te doy todas mis cosas, ¿cómo vas a hacer tú para aprender a desprenderte de ellas?» ¿Que más podía decir? ;)


1 comentario:

Carolina Alonso C. dijo...

No creo posible aislarse totalmente del mundo y los tiempos que nos han correspondido, y las comodidades y los medios que tenemos a nuestra disposición pueden ayudarnos a "ser" mejores; ni el dinero ni las cosas son malas en sí mismas, todo depende de si permitimos que nos determinen o si las transformamos en mediaciones... En fin, un abrazo.
C.