viernes, febrero 10, 2006

Sobre la bitácora de un extranjero

Estoy convencido que nada ocurre por azar, como hilos del universo somos llevados al telar del destino donde se teje nuesto presente. Un presente mutuo y mágico, y en una realidad desbordante de complejidad recurrente, a la que estamos tan acostumbrados, que para la mayoría pasa desapercibida todo el tiempo, toda la vida quizás. No hay coincidencias y todo acto tiene un razón de ser.

Tampoco es casualidad que me encuentre escribiendo esta bitácora; muchos sucesos de los cuales tengo conciencia y muchos más de los que no, me llevan a este lugar. Ignoro que estaría haciendo en otra realidad paralela, pero me gusta este presente por que algunas de los sucesos que me llevan aquí han sido semillas cuyo momento de germinar ha llegado.

Soy torpe de palabras y tengo una habilidad increíble para no expresar de forma verbal mis pensamientos, adicionalmente soy bastante tímido, y son esas las principales razones por las que no hablé a Penélope cuando la conocí, ¿por que hacerlo? bueno, por que reconozco una amigo potencial en cuanto lo veo. Pero en ese instante ella estaba rodeada por una luz enceguecedora que me encandilaba y la dejaba muy lejos de mi alcance. Traté de contactarla por correo electrónico, pero no conseguí ninguna dirección. Pude buscarla. Si, sabía donde hacerlo, pero es demasiado esfuerzo por una probabilidad. La experiencia me ha enseñado que demasiado esfuerzo nunca es bueno, como también que el esfuerzo debe ser inversamente proporcional al riesgo. Es peferible dejarle esas cosas al telar del destino.

Debido a que no puedo expresarme adecuadamente de forma verbal, recurro a la escritura, que permite que mi yo más profundo pueda salir a la superficie y manifestarse. Pero el arte de escribir es un arte que se entrena, y el pensamiento técnico de un ingeniero que se dedica a construír abstracciones muchas veces acapara toda la atención, relegando a un obscuro lugar del cerebro otras habilidades en potencia. Los hijos de mi imaginación, poemas, pinturas y libros crecen muy despacio, fuertes pero muy lento, y de seguir así seran incomprensibles obras sin concluír (algunas sin iniciar), para el momento en que he de tomar la última barca. Estos días pensaba en una solución o un medio para recobrar la disciplina perdida durante los últimos diez años, y hoy, "casualmente", gracias a Penélope, encontré un medio para comunicarme con todos a quienes aprecio, sin la informalidad del correo electrónico, y para permitir que las frases afloren sin el obstáculo del habla.

¿Por que extranjero? No por decisión, tal vez por convicción, aunque quizá sea por distracción. Durante mi niñéz y adolescencia construí un mundo ideal, viví y crecí en él, y cuando volví a la realidad todos los habitantes de este mundo eran distintos, muy distintos a mí y distintos entre ellos, pero una necesidad insana de parecerse entre sí. Las puertas de mi mundo se habian cerrado y tuve que quedarme, como una caricatura en el mundo "real". Así me convertí en extranjero.

1 comentario:

: ) dijo...

Exactamente nada ocurre por el azar !